Había una vez un castillo en un jardín encantado en el que vivían unas hadas llamadas Tiffany, Mónica y Alejandra. Eran muy buenas amigas. Un día otras hadas invitaron a Tiffany al grupo de canto y a Alejandra al grupo de baile. Mónica como era tímida no se atrevía a nada y se quedó sola. Sus amigas no soportaban verla sufrir, porque era la más pequeña de ellas y Alejandra y Tiffany eran hadas protectoras. Decidieron entonces que Mónica tenía derecho a estar con ellas aunque fuera tímida. Entonces la buscaron y la invitaron a estar con ellas y volvieron a ser las hadas inseparables que siempre habían sido.